domingo, 10 de febrero de 2019

Santa María de Galdeano

Nuestra Señora de Galdeano

Conocida, recientemente, como Virgen del Rosario es una talla medieval de magnífica calidad, de finales del siglo XII o principios del XIII. Es gótica pero con reminiscencias del estilo románico. La virgen es el trono del niño como es característico en el románico. Entre madre e hijo no hay ninguna comunicación. Pero la expresividad y cierta sonrisa del niño y la Virgen nos indican que el artista conocía el avance humanista de las tallas del arte gótico. En la mano lleva una flor símbolo de pureza. El hijo con una mano bendice y con la otra sostiene la esfera del todo en señal de divinidad.. La virgen es reina y por ello lleva corona. Madera policromada.

Galdeano era la población encargada de la ordenación política y militar del Valle de Allín. Por eso contaba con palacio de Cabo de Armería. Era uno de los pueblos con más riqueza lo cual se aprecia en su iglesia y en su Virgen principal. Los García de Galdiano financiaron las obras del palacio y de la iglesia. Pretendieron ser patrones de la iglesia frente a los parroquianos. Fotografía de Sergio Casi.

domingo, 31 de agosto de 2014

¿Quién mató al general Concha?

Las muertes de dos famosos generales españoles están bajo sospecha. Las versiones oficiales cada vez merecen menos crédito. Las últimas investigaciones nos hacen sospechar sobre las tramas de conspiración que pudieran estar detrás de estos sucesos.


Quizá la historia de España hubiera cambiado de no haber ocurrido el atentado mortal contra el general Prim. La versión oficial dice que Prim fue asesinado por varios tiros de arcabúz, realizados al paso de su berlina de caballos. En la calle del Turco, en Madrid, en la navidad de 1870, bajo una intensa nevada, varios embozados esperaban la llegada del carruaje del Primer Ministro español y se abalanzaron contra el coche de caballos disparando incesantemente. La muerte de Prim dejaba sin apoyos al nuevo rey, Amadeo de Saboya, que se disponía a reinar según los criterios de una monarquía parlamentaria. Hoy sabemos que los políticos del momento mintieron oficialmente, aseverando que Prim había muerto tres días después. Ninguno de los disparos afectó a órganos vitales. Sin embargo, según la autopsia que se acaba de hacer a la momia de Prim, hubo una bala que le originó una fuerte hemorragia que acabó con su vida en ese mismo instante. ¿De dónde provenía esa bala? Todavía no lo sabemos. Sí sabemos que este asesinato estaba organizado por los principales poderes del Estado Español, que son los que se encargaron de difundir todo tipo de mentiras y de ocultar las pruebas. La monarquía democrática fracasó.

Fotografía de Sergio Casi
Otro general moriría unos años después cerca de Abárzuza. En la batalla del Alto Muru (junio de 1874), una bala demasiado certera, derribó del caballo al general Concha. En ese lugar un monolito recuerda el suceso. La versión oficial dice que el disparo lo hicieron los carlistas. En Eraul, no se lo creen. Los abuelos pasan a sus hijos y nietos que a Concha lo mataron sus propios hombres. ¿Había un móvil para este asesinato? Parece que sí. Concha era un general a las órdenes del gobierno de la I República Española. Como la mayoría de los militares de ese momento no creía en los republicanos y conspiraba para entregar el poder a Alfonso XII. Así que bien los republicanos, como los conspiradores del borbón temerosos del poder que podría conseguir Concha, podían tener motivos para matar a tan heroico oficial. No cabe duda, de que es muy difícil de explicar que una bala, disparada desde las trincheras carlistas, a casi mil metros de distancia pudiera acertar en el blanco con tanto éxito. Necesitaríamos una nueva autopsia y quizá nos encontráramos con grandes sorpresas. Es probable que como en el caso de Prim, la versión oficial esté llena de mentiras.

Monumento a Concha. Muru-Abárzuza. Foto de S. Casi

jueves, 21 de agosto de 2014

La ratonera de las Peñas de San Fausto

Un ejército liberal mal dirigido por generales pertenecientes a la alta nobleza española sufrió una emboscada del astuto Zumalacárregui, en el estrecho de las Peñas de San Fausto. La carnicería tiñó de rojo las aguas del cercano río Urderra.


Paso de San Fausto. Foto de Sergio Casi
En la Primera Guerra Carlista, antes de que los partidarios de D. Carlos conquistaran Estella los enfrentamientos se solían producir en los valles de la montaña. Como los habitantes del país apoyaban a los carlistas, los liberales decidieron castigarles arrasando los molinos de Yerri y Guesálaz. La represalia de los de Yerri no se hizo esperar y atacaron a la retaguardia de los liberales en una emboscada en Iranzu. Esto atrajo más tropas liberales que viniendo de Contrasta se situaron en el pueblo de Galdeano. Desde allí, el general Figueras inicia una retirada hacia Estella con el fin de ser el cebo a un ataque de Zumalacárregui que estaba en Améscoa. Si lo atraían hacia el valle de Allín, caería en la trampa y sería atacado en la retaguardia por las tropas del general liberal Carondelet con su caballería que venía desde Sorlada. El ejército de Figueras se pone en marcha, baja de Galdeano y atraviesa el Urederra por el puente de Artavia. Por si acaso se llevan como rehén a un concejal de Galdeano, que moriría en la batalla. Aunque los liberales piden ayuda a las tropas de Estella, éstas no se movieron. Zumalacárregui en vez de caer en la trampa, prefiere prepararles una emboscada en el estrecho de San Fausto.
Carondelet cuando llegan a San Fausto presiente el peligro y manda un escuadrón de reconocimiento por la parte alta de la montaña. La compañía de Valladolid al comprobar los escarpado del terreno, si comunicar nada a su jefe, se vuelven hacia el valle. Carandolet con 150 caballos y 700 infantes se dispone a cruzar el angosto confiado de que los de Valladolid no alertan de ningún peligro. Es entonces cuando desde el bosque cercano se inicia una descarga generalizada y a quemarropa de los carlistas. Los liberales atrapados entre las rocas y el río optan por cruzar el Urederra (afortunadamente para ellos era el 19 de agosto y el río bajaba con poca agua). Muchos se ahogaron junto a sus caballos. Los carlistas matan a mansalva y consiguen muchos prisioneros. Los liberales que consiguen pasar el río huyen hacia Estella y Zumalacárregui con su botín (más de 6000 mil duros que llevaba la columna liberal) y la matanza realizada se retira a Abárzuza.

Este episodio nos permite comprobar cómo la aristocracia española, frente a lo que siempre se ha defendido, se posicionó claramente con los liberales. Tanto Carondelet como el conde de Via-Manuel que fue hecho prisionero y después fusilado pertenecían a la alta nobleza española, pues ambos eran Grandes de España.

Zumalacárregui era astuto y sus soldados aguerridos pero se enfrentaban a un ejército con nefastos mandos y soldados poco motivados, asustados, lejos de sus poblaciones de origen en un país hostil y no muy organizados. Murieron más de 250 soldados liberales. Cuando llegó el general córdova con el socorro ya no había ningún rastro de los carlistas. Solo pudieron enterrar a los muertos y atender a los heridos.
Zumalacárregui consiguió la clave que servía para las comunicaciones del ejército liberal, que en el fragor de la batalla había perdido Carandolet. Lo sorprendente es que los liberales no cambiaron las claves en muchos meses los que les supuso grandes perjuicios.




Toño Ros Zuasti. rosza@wanadoo.es.

Más información en el blog. http://castillosestella.blogspot.com

jueves, 17 de julio de 2014

La suerte de Roma también se pudo decidir en Eraul

En el marco de las guerras sertorianas el poblado vascón de Altikogaña fue conquistado y destruido. Los restos arqueológicos de las armas utilizadas en la batalla se esconden entre las raíces del denso encinar de Eraul.

Los vascones del siglo I a. c. se posicionaron a favor de Roma durante la guerra civil sertoriana. Esta decisión costó muy cara a la población de altikogaña situada en una peña junto a la actual Eraul.
Y es que el militar y político romano en rebeldía que tenía su sede en Huesca, Quinto Sertorio, realizó una expedición de castigo a lo largo del Río Ebro. Así, con su ejército, destruyó la ciudad berona de La Custodia, junto a Viana. De allí, puede que subiera hacia el norte, ya que en esas fechas fue arrasada la población de Altikogaña. Mi amigo el arqueólogo Javier Armendáriz, nos cuenta que gracias a la construcción de una pista forestal se pudo encontrar abundante material de guerra romano, entre los que destacan decenas de glandes de plomo (munición de las hondas), jabalinas, pilum (lanza típica del ejército romano), puntas de lanza e incluso puntas de ballesta.

Sertorio lideraba a una parte de la República Romana que luchaba contra la dictadura de Sila. Como él ejercía de propretor de la Hispania Citerior (Noreste de Hispania) había conseguido muchos apoyos entre los pueblos indígenas a los que había favorecido. Junto con ellos se sublevó contra la dictadura de Roma. Sin Embargo Roma también buscó alianzas entre los pueblos hispanos y encontró una muy sólida en los vascones. Ante los importantes éxitos de Sertorio, Roma envío a Pompeyo que situó sus tropas cerca de Pamplona a la que dio el nombre latino. Tras una traición Sertorio fue asesinado en Huesca y a partir de ahí la derrota de su ejército fue inevitable.

Fotografía de Sergio Casi
Altikogaña era un poblado vascón situado en lo más alto de la peña central de los montes de San Fausto. Había permanecido allí durante unos mil años, en la época de la Edad del Hierro. Controlaba un paso estratégico de acceso a los valles de montaña de Allín y Améscoa. La altura era una aliada defensiva, por un lado contaba con el pronunciado escarpe de la peña y por el otro se protegía con una fuerte muralla de piedra, de la que todavía quedan restos. De todas formas, el ataque, muy violento, de Sertorio entre los años 76 y 73 a.c. fue devastador. Podemos suponer que cientos de armas se lanzaron contra la ciudad y es probable que fuera incendiada. Altikogaña quedó destruida y posteriormente fue abandonada.


En la actualidad un denso y apacible encinar oculta los gritos y estruendo de las armas y soldados romanos y vascones que durante días se enfrentaron por la política de la Roma Republicana.

domingo, 24 de marzo de 2013

A vueltas con los Echávarri


La vinculación de la familia de los Echávarri con los lugares de Allín o la Solana de Montejurra no soporta un análisis crítico. Es necesario buscar otras propuestas más fundamentadas y entre ellas no deberíamos desechar la de una procedencia judía.

En un artículo anterior me refería a las posibilidades de una relación entre la famosa familia de los Echávarri y el palacio del caserío de Echávarri. Realmente hay serias dificultades para admitir como sólidas las teorías de la vinculación de esta familia, tanto con el palacio del Caserío como con el pueblo de Valle de Allín. En Allín el palacio de Cabo de Armería, regentado por una familia noble estaba en Galdeano. Este palacio organizaba la defensa militar de todo el valle. No es normal en la Edad Media que en el mismo valle haya dos palacios de Cabo de Armería. En el pueblo del valle de Allín no tenemos constancia documental ni vestigios claros arquitectónicos de la existencia de un palacio que diera consistencia a la teoría de que una familia noble, procedente de Echávarri, fuera la que con éxito se asentó en Estella. Sí que hay un palacio en el Caserío de Echávarri, pero en este caso tenemos el problema de que esa noble edificación perteneció a los caballeros Sanjuanistas. No parece nada compatible que un palacio que fuera el solar de la casa de los Echávarri acabara en manos de una orden de protección de los caminos. La nobleza de una familia, en Navarra, sostiene la justificación de su linaje en la conservación de la casa solar.


Palacio de los Echávarri. Foto: Sergio Casi
Pero entonces, de dónde provienen los Echávarri. En una charla en el pueblo de Echavárri se me hizo una propuesta desde el público que puede tener su fundamento. Se me preguntó si esta familia pudo ser de origen judío. Si analizamos esta nueva teoría quizá podamos encontrar argumentos más fiables que justifiquen las características de esta familia. Es lo normal que familias conversas cambien los nombres y apellidos, por lo que Echávarri pudo ser el nuevo nombre adoptado por la familia conversa. Este origen justificaría su fuerte ascenso social y sus comportamientos tempranos como familia burguesa o su cercanía a los reyes y a la administración del reino. Sorprende la importante capacitación contable de los primeros Echávarri. Por otro lado, no es nada extraño que un converso llegue a ser obispo, hay que recordar que Nicolás de Echávarri llegó a ser obispo de Pamplona.

Prácticamente desechadas las hipótesis de la vinculación de la familia Echávarri con los lugares de Echávarri de Allín o de la Solana, habría que tener en cuenta esta nueva posibilidad de una procedencia de conversos ya que es más fácil dar explicación a muchos de los comportamientos que hicieron de esta saga, un clan tan importante en la historia de Estella y de Navarra.


Toño Ros Zuasti

viernes, 28 de diciembre de 2012

La sublevación de Estella en 1512. Delimitación de los escenarios del conflicto.

La sublevación de Estella en 1512.


Delimitación de los escenarios del conflicto. Fotos y diagramas de Sergio Casi.

Laburpena


Estellako Gaztelu Nagusia 1512ko udan Nafarroako erresumaren konkistan erresistentzia-gune garrantzisenetakoa eta iraunkorrena izan zen. Estellerriko nobleziak gidatu zuen gazteluaren defentsa. Nafarroako mariskalak eta tokiko nobleak ziren San Martingo jaunak eta Velaz de Medranok haien gaztelu eta jauregietatik juan de Labrit errege legitimoaren monarkia defendatu zuten. Horrela, nafar-frantses tropak Nafarroan sartu zirenean Iruñea berreskuratzeko asmoz, Estellako biztanleak oldartu eta espainiar soldaduak hiritik bota zituzten. Hiriko burgo bat Egiatarren eraiginaren menpe zegoen. Bertze beaumondarrekin batera, familia honek Labrit erregearen aldekoen garaipena erraztu zuen. Estella berriro azpiratua eta arpilatua izan zen.

Artikulo honetan denbora zein tokiak zehazten dira, hala nola gertakarien protagonistak izan ziren gizataldeen interesak.





Resumen.

El castillo Mayor de Estella se convirtió en el verano de 1512 en uno de los focos más importantes y persistentes de resistencia ante la conquista española del Reino de Navarra. La defensa de este castillo fue dirigida por la nobleza vinculada a la merindad de Estella. El mariscal de Navarra y los nobles locales, señor de San Martín y Vélaz de Medrano, organizaron desde sus castillos y palacios-fortalezas la defensa de la monarquía del rey legítimo Juan de Labrit. De esta forma, cuando las tropas navarro-francesas entraron en Navarra con la intención de recuperar Pamplona, la población de Estella se sublevó y llegó a expulsar de la ciudad a los soldados españoles. Un burgo de la ciudad de Estella estaba dominado por la familia burguesa de los Eguia. Junto a otros beaumonteses este clan familiar se distinguió por facilitar la derrota de los partidarios del rey labrit. Estella fue nuevamente conquistada y sometida a un saqueo.

En el artículo se intentan concretar los tiempos y los espacios así como los posibles intereses de los grupos sociales protagonistas de estos sucesos.




Introducción.

Entre los hechos conocidos y que se consideran símbolicos de la resitencia de Navarra tras la conquista de 1512, siempre se citan los casos de Amaiur y Fuenterrabía. Pero son menos concocidas las resistencias de Tudela y Estella en el verano de 1512.

Queda mucho por aclarar de los sucesos de esos años decisivos en la independencia del Reino de Navarra. Pero no es menos verdad, que todavía no sabemos que tipos de intereses hicieron posicionarse a los navarros en uno u otro bando. Conviene que cada una de las ciudades y villas de la Navarra de entonces sean analizadas, conociendo los grupos sociales, los lazos familiares y el control de las actividades enconómicas. Este artículo es un intento de aportar unas líneas para el conocimiento de los que pudo pasar y se pudo sentir en Estella.





La división por parcialidades de la Merindad de Estella.

La invasión del verano de 1512 resaltó la división territorial entre las dos parcialidades que se había mantenido en años anteriores. El sur estaba controlado por el conde de Lerín y las principales villas, Viana, Mendavia o Lerín, le eran fieles. En el norte el dominio era agramontés. La nobleza de Tierra Estella estaba controlada por grandes familias como los Baquedano (Señores de San Martín) que controlaban Améscoa, y las instituciones reales de Estella; La de los Velaz de Medrano, señores de Igúzquiza y Learza, y la de los mariscales de Navarra, dueños del palacio más importante de la ciudad de Estella y que habían conseguido mediante permuta la fortaleza de Cábrega(1). La fortaleza de Aberin y los castillos de Monjardín y de Salinas de Oro, también estaban bajo el control agramontés. El monasterio de Iranzu había tenido de abad a Diego de Baquedano que murió en 1499, trece años antes de la conquista. Su sucesor fue Domingo de Aoiz, al cual le tocó mediar en la rendición de los legitimistas cercados en el castillo Mayor. Negoció con Baquedano. Su intervención en los sucesos de Estella, quizá le granjearon enemigos puesto que un año más tarde, 1513, dejó sorprendentemente el cargo de abad a petición propia(2).


Mapa de la merindad con la división por parcialidades



Posible influencia de la condición social en la adscripción a uno u otro grupo banderizo.

Analizando el comportamiento de las distintas familias ante la invasión española se puede intuir que puede haber un distinto comportamiento en función del papel social de cada grupo humano. Es evidente que en el conflicto navarro hay una división clara entre dos grupos de la nobleza y sus distintas fidelidades. Pero el caso de Estella nos puede ayudar a comprender que además de la filiación familiar y el comportamiento mantenido ante unos y otros reyes de Navarra, quizá se planteen intereses socioeconómicos. Sería importante matizar la actuación de dos importantes familias de mercaderes como son los Cruzat en Pamplona y los Eguia (3) en Estella. El comportamiento de las poblaciones de Pamplona es decisivo en la conquista española. Es verdad que fueron momentos muy difíciles para todos los navarros, con muchas dudas y titubeos. Es claro que la conquista fue impuesta por la fuerza. Pero también es verdad que la colaboración de grupos influyentes de las ciudades de Pamplona y Estella pesaron en la victoria de los españoles. Precisamente estas familias comerciantes conocieron, a partir de la incorporación a España, de un periodo de grandes favores reales y de importantes beneficios políticos y económicos.

En lo que nos concierne más a nosotros, el caso de los Eguias, es evidente que facilitaron la defensa pro-española desde el control que ellos tenían del burgo de San Miguel. Aunque en la exposición de méritos que presentaron al rey Fernando, es comprensible que hubiera grandes exageraciones, allí explican la participación de toda la familia Eguia como un posicionamiento militar y ocupación de la iglesia fortaleza de San Miguel. A partir de este momento es esta familia la que controla la vida política municipal y mueven los resortes económicos de la zona.

En la reacción de la familia Eguia habría que tener en cuenta un hecho muy importante. Durante el siglo XV se constata la introducción de familias aristocráticas en la ciudad. De hecho la pripicipal familia agramontesa, la del mariscal de Navarra, consigue hacerse con un palacio en Estella y construye una capilla familiar(4) en la iglesia de San Pedro de la Rúa. Las familias burguesas de Estella se vieron amenazadas y organizaron una fuerte oposición sobre el derecho de propiedad de la parroquia principal de Estella(5). Esta incursión de la aristocracia rural y de la alta nobleza en la ciudad pudo provocar una reacción entre la burguesía local que viera amenazados sus inteseses políticos y económicos.

La facilidad con la que la aristocracia de Tierra Estella controla militarmente la zona, probablemente esté sustentada en el dominio que los palacios de cabo de armería, tenían sobre cada uno de los valles, tanto en la organización de la defensa como en las fidelidades familiares. Los campesinos y villanos tenían que tener una fuerte dependencia politico-económica respecto de estos señores locales. Los señores de San Martín (Baquedano) tienen bajo su influencia todas las tierras de la Améscoa a partir del castillo de Gollano y de la torre de San Martín. La familia Vélaz de Medrano tenía que organizar el territorio que va desde el piedemonte de Montejurra hasta los valles de Valdega, con las fortalezas de Igúzquiza y Learza. El señor del palacio de Azcona(6) es otro de los protagonistas de la sublevación de Estella, él se encargaría de organizar las tierras del valle de Yerri, Guesalaz y de asegurarse el control del castillo de Oro, en Salinas. Los valles de la Berrueza los dominaba el mariscal de Navarra gracias a la reciente adquisición de la fortaleza de Cábrega. Los pasos que bordean Montejurra hacia el norte eran estratégicos y forzaron a los legitimistas navarros a controlarlos mediante el dominio del castillo de Monjardín y La fortaleza de Aberin, antigua posesión de los templarios.

Hay que tener en cuenta el concepto de honra y dignidad que manifestaron una y otra vez, los miembros de la nobleza navarra para no jurar a Fernando de Aragón. Ellos alegaban que estando vivo su rey, Juan de labrit, al que ya habían jurado fidelidad anteriormente, era todo un deshonor volver a jurar a otro señor.(7)

------------------------------------------

1.López Lacalle, Manuel, Monasterio de Iranzu, 1994, p.90.
2.López Lacalle, Manuel, Monasterio de Iranzu, 1994, p.92. La intervención de este abad no está del todo clara ya que Pedro Esarte, citando a Agramont y Zaldívar, dice que el abad de Iranzu se llamaba D. Rodrigo. Curiosamente, D. Rodrigo de Acedo fue el abad que sucedió a Domingo de Aoiz. Sin embargo, la precisión de Agramont no es muy fiable.
3.Para saber más sobre esta familia, Castellano Guitiérrez, Antonio, "Los Echávarri de Estella. Una familia burguesa medieval. Contribución a su estudio", Príncipe de Viana, Pamplona 1994, Nº 202, pags. 305-330.
4.En 1457 una reunión que interesa al monasterio de Iranzu se realiza en la capilla del Mariscal Felipe de Navarra, en la iglesia de San Pedro de la Rúa de Estella. López Lacalle, Manuel, Monasterio de Iranzu, 1994, p.87.
5.Ros Zuasti, Antonio “El Caso de Estella” en Varios, Escándalo Monumental. 2009, Tafalla., Altaffaylla Kultur Taldea, p. 120.
6.Ramírez Vaquero, Eloísa, Solidaridades nobiliarias y conflictos políticos en Navarra, 1387-1464, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 1990,p. 263. En 1455, Pierres de Peralta agradecía a Martín Sánchez de Azcona con las pechas de Azcona y Yerri, porque había defendido esos lugares, ante una incursión de las tropas beaumontesas, con una guarnición de cinco hombres.
7.Esarte Muniain, Pedro, Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico. 2001, Pamiela, Pamplona, p. 92.




Tiempos y espacios de la sublevación de Estella.

Tras la rendición y entrega de Pamplona el día 25 de julio de 1512, la mayoría del territorio navarro se puso bajo la obediencia del rey Fernando. Entre las excepciones se encontraban la ciudad de Tudela y su castillo, Los valles pirenaicos de Roncal y Salazar, algunos valles de la Baja Navarra y el castillo Mayor de Estella. La ciudad de Estella con su alcalde, Pedro de Arbizu a la cabeza, decidió jurar obediencia al rey Fernando de Aragón, regente de Castilla. Al parecer se produjo una fuerte discusión entre los partidarios de abrir las puertas de la ciudad al ejército del duque de Alba y los partidarios de resistir y mantenerse fieles al rey legítimo, Juan de Labrit(8). Como el resto de ciudades acudieron a Pamplona y el 16 de agosto, en el monasterio extramuros de Santa Olalla, donde residía el duque de Alba, juraron fidelidad a cambio del respeto a los privilegios de la ciudad. En la representación estellesa se encontraban los hermanos Nicolás y Juan de Eguia, Juan de Arbizu, Lope de San Juan, Juan de Grocin y el señor de Anderaz. Es importante que se consideraron representantes de la ciudad y de toda la merindad.



La ocupación española(9)

Nos cuenta Monteano, que el domingo 22 de agosto, las tropas españolas bajo las órdenes de Juan Enríquez de Lacarra, entraron en la ciudad. En el pórtico del Santo Sepulcro, al anochecer, Juan Enríquez de Lacarra, juró en nombre del rey de España respetar los privilegios de la ciudad. El alcalde, el justicia Juan Jiménez de Aras y los jurados del concejo juraron fidelidad al nuevo rey. Como acto símbolico de soberanía el alcalde y el justicia entregaron sus varas de mando al representante del rey Fernando, y éste hizo entrega de las mismas varas devolviéndolas y confirmando en sus cargos a los dos representantes del concejo estellés. Como notario de la ciudad firmó el acta, Juan de Ocina.  Los soldados españoles tomaron posiciones en el convento de Santo Domingo en el cual se hicieron fuertes e iniciaron el cerco del castillo Mayor en el que se había refugiado el señor de Zala con la intención de resistir. Sería importante saber si el castillo de Belmecher y la fortaleza de Zalatambor estaban controladas por los legitimistas o por los españoles. La idea de que el ejército de Lacarra se instalara en Santo Domingo puede indicar que no controlaban Belmecher. Pero dada la cercanía de Santo Domingo respecto del castillo Mayor y la capacidad y fortaleza del convento, es probable que fuera preferido por las tropas de Lacarra incluso a pesar de haber podido controlar Belmecher.


En la portada del Santo Sepulcro se realizó el ritual de cambio de varas. Se debería haber realizado en la casa del concejo, capilla de San Martín, pero se tuvo que realizar lejos de la artillería del castillo Mayor
Mientras las distintas poblaciones de Navarra iban rindiéndose y jurando fidelidad al rey Fernando, el castillo o los castillos de Estella resistían. Así lo cuenta Luis Correa, cronista del ejército del Duque de Alba. “El castillo de Estella estaba en su pertinacia, creyendo el alcaide, que más que todos sería tenido por fuerte, si más de las afrentas esperase”(10).




-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

8.Monteano, J. Peio, La Guerra de Navarra (1512-1529), Pamiela, Pamplona, 2010, p. 44 y 45.
9.En el artículo se emplea frecuentemente la denominación de ejército español o tropas españolas. Es así como se llamaban a sí mismos los soldados del Duque de Alba. Nunca emplean la denominación de castellanos. Así se puede apreciar en la obra del cronista Luis Correa y de otros autores. De la misma manera, cuando estos cronistas se refieren al ejército del rey Juan de Labrit le llaman francés. También llamaban franceses a todos los navarros partidarios del rey don Juan. Según Correa así hablaba el duque de Alba a sus tropas antes de la batalla por Pamplona. “Porque veo las banderas de los enemigos acercarse os encargo que saquéis de vergüenza el nombre y gloria de España”. Correa, Luis, La conquista del reino de Navarra, Pamplona, Diario de Navarra, 2002, p. 189.
10.Correa, Luis, La conquista del reino de Navarra, Pamplona, Diario de Navarra, 2002, p. 79.


Estella se subleva por su rey Juan de Labrit

Al otro lado de los Pirineos el rey de Navarra depuesto, había conseguido organizar un importante ejército con la ayuda del rey de Francia. La idea era entrar en la alta Navarra y dirigirse hacia Pamplona, a la vez que las principales ciudades de Navarra se sublevaban contra las tropas española. El encargado de organizar la sublevación era el mariscal de Navarra que se encontraba en Logroño jurando fidelidad forzada al rey Fernando. Hacia el 4 de octubre aprovechando la ausencia de Fernando de Aragón, el mariscal de Navarra huye, atraviesa Navarra y se reune con las tropas del rey Juan de Labrit, en la Baja Navarra. Quizá pudo pasar por Estella y dar las órdenes precisas para organizar la sublevación de la ciudad y de la comarca. El levantamiento en las tierras de Estella fue organizado por el señor de San Martín, y Jaime Vélaz de Medrano. Tomaron el castillo de Oro en Salinas, la fortaleza de Cábrega, el castillo de Monjardín y la fortaleza de Aberin. Recorrieron los distintos valles para reclutar gente y avanzaron sobre Estella. Consiguieron reunir unos 700 infantes y concertaron el ataque a la villa con la ayuda interna de los agramonteses y la irrupción desde el castillo Mayor, de las tropas que allí resistían. Entre los ciudadanos de Estella que lideraron la sublevación se encontraban Felipe Garriz y Pedro de Echávarri, no sabemos si este último podía pertenecer a los famosos Echávarri de la ciudad del Ega, lo que nos indicaría que los Eguia y Echávarri no siguieron la misma causa de forma homogénea. El 5 de octubre, desde el castillo, se incia la lucha con la toma del burgo de San Martín y atravesando el puente del mismo nombre, entran en el burgo del Rey por las puertas de San Juan y de las Gallinas. En este burgo se juntan con las tropas que han llegado de fuera y han forzado la puerta de la Gallarda y otras de la muralla de la ciudad y juntos, podemos suponer en la plaza del Mercado Nuevo (plaza de los Fueros), gritan !viva el rey don Juan! ¡Navarra! ¡Navarra!(11)

Las tropas castellanas se refugian en el convento de Santo Domingo y los beaumonteses de Estella, en la iglesia-fortaleza de San Miguel. Al día siguiente, 6 de octubre, tras una negociación, los soldados españoles abandonan la ciudad, dejando Estella en manos de los agramonteses.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
11.Monteano, J. Peio, La Guerra de Navarra (1512-1529), Pamiela, Pamplona, 2010, p. 61.

La reacción del ejército hispano-beaumontés

Con las tropas del rey Juan de Labrit entrando en la Navarra Alta, la situación en el sur se complica en gran medida. Al rey Fernando estos acontecimientos le sorprenden en Tudela y rápidamente vuelve a Logroño. Su reacción es muy rápida y con un gran sentido estratégico. Comprende que lo fundamental es impedir que las tropas navarro-francesas contacten con Estella. Por ello, establece un fuerte control de la zona de Puente La Reina y decide recuperar Estella de forma contundente. Para el día 8 de octubre un importante ejército de beaumonteses y españoles rodean Estella. Pedro Esarte calcula más de 4.000 soldados, sin incluir los porteadores. Peio Monteano(12) habla de más de 3.000. La operación de asedio a Estella la organiza el marqués de Comares que se encontraba en Pamplona. De las tropas que se desplazan hacia Estella desde Pamplona se encarga directamente Francés de Beaumont, que se hace acompañar de soldados españoles y navarros. Entre otros, el señor de Elío con gentes de Echauri, Juan Beltrán de Arbizu con soldados de la Burunda, Aranaz y Arakil, y Esteban de Zunzarren con gentes de Pamplona,(13) en total más de 1.500 hombres. Desde Vitoria y capitaneados por Diego Martínez de Álava, diputado general de Álava, se trasladan a Estella más de 1.200 militares. La tercera columna que converge sobre Estella lo hace desde Logroño. Son tropas del duque de Nájera dirigidas por Pedro de Beaumont y Juan López de Lazcao y suponen alrededor de mil hombres más.


Torre de San Jorge de la fortaleza de San Miguel
El ataque comienza el sábado día 9 de octubre al amanecer. Se lucha en la muralla de la zona de Lizarra. El avance es torre por torre. Es probable que las mayores dificultades las encontraran en la fortificada puerta de la Gallarda y en la fortaleza de la iglesia de Lizarra. Mucho más fácil fue la toma del burgo de San Miguel. Durante la noche(14), los soldados de Francés de Beaumont consiguen una traición y les abren una de las puertas de la ciudad, por donde entran sin dificultad. Aunque no se especifica de qué puerta hablan, es probable que sea la de San Lorenzo, ya que como sabemos el burgo de San Miguel tenía muchos seguidores del rey Fernando. Precisamente la familia Eguia, el padre Nicolás y sus hijos Pedro, Esteban, Miguel y Diego, más un centenar de sus partidarios se hicieron fuertes en las torres de iglesia-fortaleza de San Miguel, al grito de ¡Viva Fernado de Aragón!. Entre ellas la torre de San Jorge y otras de las que jalonaban el recinto amurallado que cicundaba la parroquia de San Miguel(15).
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
12.Monteano, J. Peio, La Guerra de Navarra (1512-1529), Pamiela, Pamplona, 2010, p. 61.
13.Esarte Muniain, Pedro, Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico. 2001, Pamiela, Pamplona, p. 121.
14.Boissonnade, Prosper, Historia de la incorporación de Navarra a Castilla, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 2005, p. 527.
15.Ros Zuasti, Antonio, El nacimiento de Estella y sus castillos, Altaffaylla, Tafalla, 2009, p. 113.

En una acción rápida e intrépida, muy típica del innovador ejército español de esos años, dos oficiales, Fernando de Torres y Fernando Mendez(16), irrumpen por sorpresa en pleno corazón de la ciudad, remontando el río Ega y subiendo por sus presas, hasta aparecer junto al convento de San Francisco. Allí se produce una de las batallas más encarnizadas. Los legitimistas desbordados retrocenden buscando el refugio del castillo Mayor. Los combates se trasladan a la zona del convento de Santo Domingo y el castillo de Belmecher. Allí se producen muchas bajas, entre ellos Juan de Iñiguez y Juan de Lance, del lado de los partidarios de don Juan, a los que no les queda otro remedio que encerrarse en el castillo Mayor y en la fortaleza de Zalatambor.

Las tropas beaumontesas y españolas incian un saqueo de la ciudad. De forma simbólica y como advertencia de la posibilidad de que Estella pierda sus privilegios, se produce la captura de todo el archivo de la ciudad.

Durante los bombardeos y disparos sobre los castillos, es herido de un balazo el alcaide de Zalatambor(17). Tras producirse su muerte, esta fortaleza se rinde y solo queda la resitencia del castillo Mayor que es cercado y puesto en sitio.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

16.Santamaría Rekarte, Fernando, “Intentos de recuperación del Reino de Navarra”, Huarte de San Juan, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, 1994, Nº 1, pag. 42.
17.Esarte Muniain, Pedro, Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico. 2001, Pamiela, Pamplona, p. 122.

El problema del cerco a los castillos de Estella.


Dibujo idealizado del castillo de Belmecher. Manu Gómez de Segura.
 La versión que plantean los hitoriadores que más recientemente han analizado los archivos es confusa sobre la ocupación de los castillos de Estella. Sabemos que el castillo de Estella resistió a la invasión de Julio de 1512. Desde allí se consiguió sublevar la ciudad y nuevamente, derrotados los legitimistas navarros, el repliegue vovió a generar una nueva situación de cerco alrededor del castillo Mayor.


Dibujo idealizado de la fortaleza de Zalatambor.
 Pedro Esarte dice, citando a Ábalos, que la fortaleza de Zalatambor se rindió tras morir su alcaide de un balazo. Pero no sabemos quién pudiera ser ese alcaide y todavía no podemos precisar donde estaba Zalatambor(18). Luis Correa nos ayuda con su crónica: “Que de tres fortalezas que en una son, le ganó las dos, llamada una Belmecher y la otra Zalatambor. Y estas ganadas, en la otra recogido el alcaide, al rey Don Juan lo hizo saber que le socorriese, porque estaba en extremo y gran menester”(19). Esa otra en la que dice estaba recogido el alcaide, era evidentemente el castillo Mayor, que es el último reducto de ese sistema defensivo que tan bien describe el escritor castellano “que en una son”.

La fortaleza de zalatambor estaba mu próxima a los otros castillos y era muy pequeña. Iñaki Sagredo propone que pudiera estar en el lugar en el que se conservan las ruinas de dos pequeñas torres, en la peña cercana que está a menor altura. Aunque la documentación no precisa el emplazamiento de este pequeño castillo es lógico que alguna ruina haya podido dejar(20).

Monteano señala que el alcaide que resistió en el castillo de Estella era el señor de Zala. Sin negar que esto pudiera ser así hay que señalar que tradicionalmente el señor de Zala era partidario de los beaumonteses(21). Bien es verdad, que no eran infrecuentes el cambio de bando en algunos nobles navarros. Martinena, en la relación que nos ofrece de alcaides del castillo Mayor no cita al señor de Zala. Si que nos indica que en 1499 estaba el señor de Ecala, Juan Fernández de Baquedano(22). Se nos hace más fácil admitir al señor de Ecala como el alcaide que controlaba este importante castillo, ya que pertencecía a la familia de los señores de San Martín, que tan protagonistas fueron de estos sucesos. El interés de esta familia por el dominio de los castillos de Estella se puede ver en que Juan Ramírez de Baquedano había sido el alcaide de Belmecher en 1464. Le sucedió como último alcaide, Juan de Eraso, en 1494. Precisamente el último alcaide de Zalatambor es otro personaje de la importante familia de Améscoa, Lope de Baquedano, en 1494.

Sea quien fuera el alcaide del castillo Mayor, el peso de la resistencia de Estella, no cabe duda que lo llevaron el señor de San Martín (Baquedano) y Vélaz de Medrano (Igúzquiza y Learza).

La resistencia del castillo Mayor duró todo el mes de octubre. A Estella llegaron más refuerzos de las tropas españolas que habían participado en el sometimiento de Olite y Tafalla. Con ellas llegaba el veterano militar español, marqués de Comares y alcaide de los Donceles, Diego Fernández de Córdoba, que fue quien se hizo cargo del sitio al castillo. Durante días, las tropas españolas disparaban sus dos piezas de artillería traídas desde Fuenterrabía y es probable que los legistimistas usaran sus propios cañones. La única esperanza de los del castillo que se comunicaban con las tropas del rey don Juan, es que un grupo del ejército real acudiera a Estella a liberarlos tal y como les prometía constantemente. La operación se puso en marcha y una columna de Navarro-franceses llegó hasta Puente La Reina, pero allí fueron rechazados23. Un grupo de azadoneros inciaron las labores para socavar las murallas del castillo. Desesperados, sin posibilidades de resistencia, se inciaron las negociaciones dentro del convento de los dominicos. Allí acudían distintas familias de la merindad para intentar convencer a sus parientes de lo inutil de la empresa. Entre los que consiguieron salir tras una negociación se encontraba el palaciano de Azcona. Fue su mujer quien se entrevistó con los mandos navarro-españoles y con la mediación del abad de Iranzu consiguió que su marido saliera del castillo y se volviera a casa. Debía ser un señor muy mayor y la razón de la edad pudo pesar mucho ya que su hijo, Tomás de Azcona, se negó a abandonar a los sitiados y permaneció dentro del castillo.


El convento de Santo Domingo fue cuartel de las tropas españolas, testigo de grandes enfrentamientos y lugar de las negociaciones para la rendición.
 Desesperados los defensores del castillo Mayor, negociaron la rendición. Habría que destacar el papel desempeñado por el justicia de Estella, Jiménez de Aras, de la familia de los Eguia, y que mantuvo una doble posición de empleado del rey don Juan pero también, según las circunstancias, defensor del rey Fernando. Según Monteano fue el señor de Zala el que, nuevamente en Santo Domingo, se reunió con el marqués de Comares y establecieron el acuerdo. Esarte dice que la negociación fue con el señor de San Martín y el acuerdo fue firmado por Vélaz de Medrano, algo que parece más razonable por ser de mayor rango y ser ellos los que habían dirigido la sublevación de la ciudad. A los españoles les interesaba terminar cuanto antes con el problema de Estella y poder disponer de todo el ejército para la defensa de Pamplona.

El acuerdo de rendición del castillo Mayor de Estella, incluía el respeto de las personas y bienes de los legitimistas. Se les permitiría salir con sus armas, si bien con las banderas tendidas, y poder ir a sus casas o a donde quisieran. Firmado en Estella, fue ratificado en Logroño por el rey Fernando de Aragón. Una condición para garantizar el cumplimiento suponía la entrega de rehenes de los hijos del alcaide, del líder Felipe Gárriz y Juan de Dicastillo y Juan López de Abárzuza.

El 30 de octubre de 1512 los legitimistas del castillo Mayor de Estella se rendían y abandonaban las únicas murallas que habían sido capaces de resistir desde la entrada del ejército español del Duque de Alba en Navarra el día 18 de julio de 1512. Con los pendones de Navarra y de Juan de Albret tendidos desfilaron por las calles de Estella, por el pasillo que les hacían los alaveses, riojanos, beaumonteses navarros y españoles. Lideraban con dignidad, el cortejo, el señor de San Martín y Vélaz de Medrano. Muchos se fueron a sus casas, otros siguieron a sus líderes naturales y a través del castillo de Oro se incorporaron al ejército de Juan de Labrit, junto a las murallas de Pamplona. Las demás fortalezas importantes estaban ya en manos de los españoles, Cábrega, Monjardín, Aberin...

Los castillos de Estella sufrieron diferente suerte. Ya no hubo tres alcaides. Solo quedó uno al mando del castillo Mayor, y no fue otro que el famoso coronel Villalva. Nunca más, pues, hubo alcaide de Zalatambor ni de Belemecher. Y nuncan más un navarro fue alcaide del castillo Mayor. Zalatambor y Belmecher fueron demolidos en las distintas campañas de destrucción de los castillos y defensas de Navarra. Mientras tanto una guarnición española se hizo cargo del castillo Mayor y todavía se hiceron importantes obras de mantenimiento. Ya lejos de las disputas de la guerra de consquista de Navarra, el castillo Mayor fue demolido mediante una explosión con pólvora en el año 1575.

La ciudad negoció la devolución de los documentos del archivo y el respeto a sus privilegios. A partir de este momento el ayuntamiento de Estella estuvo controlado por los Eguia y los Beaumonteses. Los principales agramonteses fueron expulsados de la ciudad. Así lo cuenta Correa: “El alcaide de los Donceles, entendiendo en tener el pueblo seguro, les quitó las armas y mandó que a labrar los campos se diesen. E por mayor seguridad desterró veinte hombres bulliciosos y escandalosos”(24).
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
18.Ros Zuasti, Antonio, El nacimiento de Estella y sus castillos, Altaffaylla, Tafalla, 2009, p. 113.
19.Correa, Luis, La conquista del reino de Navarra, Diario de Navarra, Pamplona, 2002, p. 153.
20.Sagredo, Iñaki, Navarra, Castillos que defendieron el Reino, Tomo I, Pamiela, Pamplona , 2006, p. 285.
21.Ramírez Vaquero, Eloísa, Solidaridades nobiliarias y conflictos políticos en Navarra, 1387-1464, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 1990,p. 241. Luis de Beaumont contaba, en 1452 con el apoyo de Beltrán, señor de Zala, como lugarteniente del condestable de Navarra.
22.Martinena Ruiz, Juan J., Castillos Reales de Navarra, Siglos XIII-XVI, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 1994, p. 628.
23.Boissonnade, Prosper, Historia de la incorporación de Navarra a Castilla, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 2005, p. 529.
24.Correa, Luis, La conquista del reino de Navarra, Diario de Navarra, Pamplona, 2002, p. 154.

Hipótesis y propuestas de investigación.

La merindad de Estella se dividió en dos durante los sucesos de la conquista de 1512. Viana, los territorios del condado de Lerín y Los Arcos que pertenecía a Castilla, se posicionaron a favor de las tropas del duque de Alba. Las fidelidades al desterrado condestable de Navarra permitieron que los beaumonteses fueran capaces de controlar el sur de la merindad de Estella y plantearan una medida tan traumática como la sustitución de un rey por otro.

La ciudad de Estella, a pesar de estar controlada por los agramonteses tiene un burgo, el de San Miguel, claramente en manos de los beaumonteses y que tiene un papel muy activo en el apoyo al ejército del rey Fernando de Aragón.

La familia burguesa de los Eguia es la protagonista de la lucha beaumontesa en la ciudad de Estella. Es un clan con claros intereses económicos en los negocios dentro de Navarra y fuera de este pequeño mercado. Sabemos de la vinculación de la familia con el obispo Nicolás de Echávarri (agramontés) y de la indignada reacción de los Eguia tras el asesinato de aquél, por el líder de los agramonteses. Pero es importante comprobar si además de los rencores familiares, los intereses económicos pudieron influir en la posición pro-española de los Eguia.

El mariscal de Navarra tenía su residencia principal en Tafalla. Pero se puede comprobar como en la segunda mitad del siglo XV hay una penetración de los intereses de esta familia en Estella y su comarca. Los mariscales habilitan un palacio25 en la ciudad del Ega y eligen la iglesia de San Pedro de la Rúa como panteón familiar. Además a través de una permuta con el monasterio de Iranzu consiguen poseer una fortaleza estratégica en el occidente de la merindad, frontera con Castilla, como es Cábrega.

La complejidad del recinto castelar de Estella provoca confusiones y dudas entre los investigadores de la guerra de conquista de Navarra. Cada uno de los castillos de Estella tenía su propio tenente o alcaide. El castillo de Estella es el castillo Mayor, y es éste el que consiguió resistir durante meses y casi en solitario, en toda Navarra, a la consquista española de 1512. Los otros dos castillos eran el de Belmecher y la pequeña fortaleza de Zalatambor. Cuando el castillo Mayor todavía resistía, los otros dos habían caido en manos de las tropas asaltantes.



Bibliografía:

Boissonnade, Prosper, Historia de la incorporación de Navarra a Castilla, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 2005.

Castellano Guitiérrez, Antonio, Los Echávarri de Estella. Una familia burguesa medieval. Contribución a su estudio. Príncipe de Viana, Pamplona 1994, Nº 202, pags. 305-330

Correa, Luis, La conquista del reino de Navarra, Pamplona, Diario de Navarra, 2002.

Esarte Muniain, Pedro, Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico. 2001, Pamiela, Pamplona.

López Lacalle, Manuel, Monasterio de Iranzu, 1994.

Martinena Ruiz, Juan J., Castillos Reales de Navarra, Siglos XIII-XVI, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 1994.

Monteano, J. Peio, La Guerra de Navarra (1512-1529), Pamiela, Pamplona, 2010

Ramírez Vaquero, Eloísa, Solidaridades nobiliarias y conflictos políticos en Navarra, 1387-1464, Gobierno de Navarra. Dpto. de Cultura y Turismo, Pamplona, 1990.

Ros Zuasti, Antonio, El nacimiento de Estella y sus castillos, Altaffaylla, Tafalla, 2009.

Ros Zuasti, Antonio “El Caso de Estella” en Varios, Escándalo Monumental. Tafalla, Altaffaylla Kultur Taldea, 2009.

Santamaría Rekarte, Fernando, “Intentos de recuperación del Reino de Navarra”, Huarte de San Juan, Universidad Pública de Navarra, Pamplona, 1994, Nº 1, pag. 42.







sábado, 15 de septiembre de 2012

Héroes y villanos de Navarra. 1512-2012. Nuestros héroes olvidados

Torre de San Pedro desmochada. Se puede ver que era una torre más alta y que fue seccionad, eliminado los elementos defensivos

El vaho de la ventana impedía ver el exterior, pero en la esquina de la parte superior izquierda, la humedad  luchaba
 sin conseguir condensarse y dejaba ver los copos de nieve que se alborotaban contra el cristal.


Tocando una madera oscurecida por el tiempo, emparejado sin remedio en mesas de dos en dos, con mi goma “Milan” guardada en el hueco, donde en tiempos debió haber habido un tintero, escuchaba con emoción la valentía de esos tres héroes castellanos, Padilla, Bravo y Maldonado (comuneros), ejecutados por sublevarse contra un rey extranjero. D. Alberto nos leía el libro de texto y nos indicaba que eso sucedió en Castilla, cerca de Villalar en 1521.

En el mapa del libro de Historia dibujaban Navarra como reino anexionado a Castilla. Una flecha señalaba lo que parecía un intento de invasión de los franceses en 1521. Nada más. En el recreo todos queríamos ser los comuneros y con palos jugar a la batalla de Villalar. Pero nos hubiera gustado más ser los heroicos navarros que luchaban contra reyes extranjeros. Al parecer no había más héroes navarros en esas fechas que San Francisco de Javier que se fue a la China. Realmente no nos daba por jugar a misioneros que convertían a los chinitos. Como mucho, nos identificábamos con Javier, echando unas monedas en la ranura abierta en la cabeza de un chino que el profesor tenía en su gran mesa.



Un día nos fuimos de excursión al castillo de Javier. El autobús serpenteaba torpemente entre las curvas, de pronto las torres almenadas se dejaron ver. Nos pegamos codazos por tener un trozo de ventanilla. Allí estaba, tan fuerte, tan majestuoso, con muchas torres y un gran foso alrededor. ¡Nos fascinó!

Mi compañero Miguel se extrañó, -¿Pero para qué quería un santo un castillo? Iniciamos una visita guiada por un jesuita y nos sorprende con que la torre mayor era mucho más alta y que fue mandada derribar por el cardenal Cisneros. Nos miramos unos a otros y coincidimos en odiar a tan nefasto cardenal. Aunque D. Alberto nunca nos habló de él, ni el libro de texto decía nada de haber mandado derribar los castillos de Navarra, todos habíamos oído contar a nuestros abuelos y padres que fue este eclesiástico y su esbirro coronel Villalba quienes ordenaron desmochar la torre de San Pedro de la Rúa. La vuelta a casa se desarrolló con los cánticos habituales, “conductor acelere...” o “vamos a contar mentiras”. En ese momento se me pasó por la cabeza que por alguna razón en el libro de Historia “por el mar corrían las liebres y por el monte las sardinas”.



A falta de héroes los navarros, no cabe duda de que teníamos villanos. En una escapada al monte, un grupo de niños descubrimos un angosto paso junto a la basílica del Puy. Primero nos encontramos con una inscripción de piedra que señalaba ese lugar, como en él que se encontró la imagen de la virgen robada. Nos asustamos mucho ya que esto nos recordó las manos cortadas de los ladrones que se habían convertido en piedra. Más adelante, abriéndonos paso entre la maleza llegamos a la parte trasera de la iglesia. Nos creíamos solos fuera del alcance de cualquier mirada en un sitio tan apartado y escondido, cuando nos sobresaltó una placa de bronce que indiscreta, despistaba nuestros propósitos de clandestinidad. Lo decía bien claro, allí, el nefasto Maroto había fusilado a los generales carlistas. Pero, ¿Por qué nunca Don Alberto nos contaba la Historia que nos interesaba? Ya teníamos otro nefasto. Todos habíamos oído decir “ más traidor que Maroto” Ahora comprendíamos que Maroto existió y que debió vivir en Estella. Nos preguntábamos, los navarros héroes no teníamos pero ¿Cuántos traidores nefastos podríamos llegar a contar? 

Torre de San Miguel. Se le ha eliminado las almenas, matacanes y otros elementos que hacían de la iglesia una fortaleza

Nos parecía evidente que Don Alberto se iba a enfadar mucho si le comentábamos estos temas. Por alguna razón que no entendíamos, ni el libro ni el maestro, querían hablar de nuestros héroes o villanos. Teníamos que mantener en secreto nuestras averiguaciones. Otro día, un compañero nos añadió otro villano que todos enseguida reconocimos. Su abuelo le había dicho que si hablábamos de traidores, el más importante era el conde de Lerín. ¡Claro que sí! Nadie sabíamos quién era ese conde pero todos habíamos escuchado en más de una ocasión que era un malvado.




Estando en casa de un amigo, jugando a Robin Hood, para representar un juramento medieval, cogimos de la estantería un libro que nos parecía muy antiguo. Era un volumen de color negro con decoración dorada en relieve, en el lomo. Al leer el título nos pareció curioso. “Geografía General del País Vasco Navarro” de Julio Altadill. En su interior impreso sobre papel satinado incluía una Historia de Nabarra de Arturo Campion. No cabía duda, ¡Esta era nuestra ocasión! Teníamos que encontrar a nuestros héroes. En efecto, Campión, nos sumergió en un nuevo mundo que había estado totalmente oculto. Juan de Jaso, padre de San Francisco de Javier, era un patriota navarro que luchó junto a su verdadero rey Juan de Labrit. Sus hijos Miguel y Juan de Jaso participaron en la defensa del castillo de Amaiur y más tarde en la resistencia de la fortaleza de Fuenterrabía. ¡Ahora entendíamos para qué necesitaban en castillo de Javier y por qué el miserable Cisneros había ordenado derribarlo! Quien siempre se había negado a aceptar al falso nuevo rey Fernando el Católico se llamaba Pedro de Navarra, mariscal. Asesinado en el castillo de Simancas por negarse a traicionar a los navarros. Pero lo que nos impactó más era que cerca de Estella había un castillo de los Belaz de Medrano que lideraron la defensa del castillo de Amaiur. En Iguzkiza, rebelde ante los vientos de la Historia permanecía en pie una parte de la fortaleza desmochada por Cisneros donde habían nacido Jaime y Luis Belaz de Medrano que murieron asesinados en el castillo de Pamplona.



El aire estaba enrarecido. Los bocadillos de tortilla, encima del radiador, impregnaban la clase de un denso olor. D. Alberto nos explicaba la defensa heroica de 1808 en Madrid de Daoíz y Velarde contra los franceses. Esperábamos con ansia el recreo. Con disimulo sacábamos la navaja que usábamos para jugar al dólar y con un pequeño roce en el mugre de la mesa ajada, escribíamos los nombres de Belaz de Medrano, Jaso, Pedro mariscal de Navarra. No queríamos que se nos olvidaran. En el descanso queríamos jugar a los nuestros. Ya no necesitábamos a Robin de los Bosques. Nos olvidábamos de Villalar y los comuneros. Nuestras nuevas batallas sería Noain, Amaiur y Fuenterrabía. Nuestros héroes, los navarros.